German ARCE ROSS. Paris, 12 de junio de 2014.
Referencia bibliográfica (toda reproducción parcial, ou citación, debe estar acompañada de la mención siguiente) : ARCE ROSS, German, «¿Por que Brasil perdió 7-1 contra Alemania?», Nouvelle psychopathologie et psychanalyse. PsychanalyseVideoBlog.com, Paris, 2014.
Version française : http://www.psychanalysevideoblog.com/pourquoi-le-bresil-a-perdu-7-1-contre-lallemagne
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Aunque fue en Inglaterra donde se inventó el fútbol, Brasil representó hasta hace poco el mejor fútbol del mundo de todos los tiempos! Cinco veces campeón del mundo, ningún otro país tuvo un desempeño tan exitoso. Brasil no sólo ha sido eficaz, pero ha desarrollado especialmente hasta hace poco, con gracia y espontaneidad, casi siempre, un espectáculo lleno de estética con el placer de hacer fintas, dribles e inventar jugadas creativas.
Sin embargo, este 8 de julio de 2014, cuando Brasil se enfrentó a Alemania en las semifinales, en Belo Horizonte, con la gran mayoría de aficionados haciendo una gran fiesta, perdió por 7-1, tomando 5 goles en la primera mitad del primer tiempo. De hecho, antes de los 29 minutos, Brasil ya estaba perdiendo 5-0! ¿Por qué? ¿Cómo es posible que un equipo tan importante como Brasil, que crece y se vuelve psicológicamente fuerte a medida que se acerca a las semifinales y especialmente a la final, ha llegado a rendirse tan fácilmente?
Sabemos que Alemania está jugando un gran fútbol, con gran éxito, pero eso no explica por qué todos los goles fueron tan fácilmente tomados por Brasil. Independientemente de los méritos de Alemania, que son reales e importantes, yo diría que fue Brasil quien perdió sólo. Básicamente, creo que la selección de Brasil inconscientemente quería perder. ¿Porqué ?
El Traumatismo de 1950
Para responder a esta pregunta, primero tenemos que observar que este desastre nacional nos lleva inevitablemente a evocar el trauma, hasta hace poco insuperable, que vivió Brasil cuando fue sede de la Copa del Mundo en 1950. En ese momento, después de haber llegado a la final, Brasil se encontró, el 16 de julio de 1950, con la selección de un pequeño país del sur de América Latina, Uruguay. Obviamente, Brasil era el favorito. Jugaron en el estadio Maracaná, el estadio más grande del mundo, con una capacidad de 200.000 espectadores en esa época (ahora de acuerdo al padrón FIFA tiene sólo una capacidad de 94.000 espectadores). En las gradas comenzó la fiesta, sobre todo cuando Brasil pasó a liderar el partido por 1-0, lo que era perfectamente normal dadas las circunstancias y la diferencia de importancia entre los dos equipos. Sin embargo, por un capricho del destino, Uruguay no sólo consiguió empatar, sino también revertir el juego justo antes del final.
Por otra parte, también tenemos que hablar de una sensación increíble en el juego de este 8 de julio: Alemania extrañamente jugó con una camiseta que se parece mucho a la del Flamengo FC, quizás el equipo más popular de Brasil, es decir, una camiseta que combina grandes bandas horizontal, alternando el rojo y el negro. También fue la camiseta que usó durante un tiempo Ronaldinho, gran jugador brasileño, fan del jogo bonito, creativo y divertido. Extrañamente, sin embargo, fue excluido de la selección actual por Felipão Scolari, así como Robinho y Kaká.
Es muy curioso que el gran trauma vivido por Brasil en 1950, aun presente en la memoria viva del fútbol brasileño, entró en resonancia el 8 de julio de 2014 con la camiseta del Flamengo extrañamente utilizado por los alemanes! Esto nos lleva a suponer la existencia de un factor psicológico que es necesario, sin embargo, aclarar y profundizar en las siguientes líneas.
Postulamos que la selección brasileña quería ganar, pero en la realidad inconsciente deseaba perder. Este es un conflicto bastante clásico que sucede en eventos intersubjetivos específicos como en esos sujetos que no quieren lo que desean. ¿Pero cuál sería el elemento auxiliar, tipo abrelatas, que permitió que el deseo inconsciente de perder quedara libre pese a la motivación voluntaria de ganar?
La Vértebra de Neymar, Metonímia del Deseo de Perder
En algunas psicopatologías, en donde los conflictos se mantienen en el estado de indecidible, hemos observado que a veces es necesario que ocurra un accidente o un incidente, para que el proceso llegue a implosión. Cuando estos accidentes de la vida ocurren, según Catherine Malabou, « el camino bifurca y un nuevo personaje, sin precedentes, viene a convivir con la antigua personalidad y acaba por tomar su lugar. Es un personaje irreconocible que no viene de ningún tiempo pasado y cuya destino no tiene futuro » [1]. Bajo estas condiciones, el sujeto puede llegar a ser un extraño para sí mismo por la imposibilidad de escapar de lo que él se tornó. Así, uno de los posibles resultados puede ser una fragmentación psicológicamente tan peligrosa que puede llegar al punto de volverse indiferente y anestesiado de su propia experiencia. Esto vale para los accidentes irreparables de la vida, pero puede observarse un proceso similar, felizmente pasajeros, en caso de accidentes con efectos menores, o temporales, o en caso de incidentes inesperado pero no graves.
También sabemos que la campaña de la selección brasileña podría haber terminado mucho antes. Por eso, el argumento de la alta calidad de la selección alemana no es suficiente para explicar por qué Brasil perdió de esa manera. Brasil podría muy bien haber sido eliminado por un gol que Chile casi anota en el último minuto del partido o por un tiro de penal que hubieran convertido después del partido. Y en este caso, la historia habría sido mucho menos dramática y menos espectacular.
Según mi punto de vista, el accidente o incidente con Zuñiga (jugador colombiano), que con una dura entrada por la espalda provocó la fractura de una vértebra de Neymar, así también como la sanción contra Thiago Silva, son lo que constituyeron, no la causa principal, sino el elemento auxiliar, la causa secundaria, el disparador o el factor desencadenante para que el deseo inconsciente de perder fuera liberado finalmente en el equipo. Por desgracia, todo el plan de juego que fue propuesto por Scolari se sustenta en la espina dorsal compuesta por Neymar y el eje de la defensa-contra-ataque de David Luiz y Thiago Silva. Las ausencias dramáticas e inesperadas de Neymar y de Thiago Silva nos traen la reminiscencia de las ausencias incomprensibles de Ronaldinho, Robinho y Kaká. Además, estas ausencias también crearon una base muy clara para la impotencia de Hulk y la terrible inhibición de Fred quien, en todo el Mundial, se arrastró detrás de sombras inexistentes como un zombie frío, confuso e perdido.
Sin columna vertebral, la estructura colectiva del juego brasileño quedó fracturado en fragmentos diferentes de once motivaciones individuales. Sólo que incluso las más fuertes motivaciones fragmentadas nada pueden contra un vergonzoso deseo colectivo de perder.
Detrás de la fascinación obscena de los 7 goles en contra, la vértebra de Neymar seguirá siendo por mucho tiempo, para Brasil, como la metonimia irreductible del deseo de perder en este Mundial. La vértebra de Neymar se manifiestó como el cuerpo reacciona protestando cuando un hombre comete excesos o no respeta las bases físicas y psicológicas de su vida. La vértebra de Neymar dijo que no estaba de acuerdo con Ronaldo cuando éste afirmó que « no se hace una Copa del Mundo con hospitales, sino con estadios »[2]. Entonces, tomando la postura contraria de estas observaciones, la vértebra de Neymar hizo todo el Brasil abandonar el estadio para ir, a toda prisa, al hospital más cercano, donde los médicos se harían cargo de ese golpe del destino en la espalda. Y la lección de esta historia es que para hacer una Copa del Mundo, por encima de todo, se necesita hospitales. Así como educación, seguridad, estabilidad económica, libertad de expresión y justicia social, pero sin los obstáculos de la corrupción, de la ideología política y del populismo.
Populismo y corrupción en los gobiernos de extrema izquierda
Por otro lado, no debemos olvidar de indicar que, en un otro campo, en lo político, hemos tenido la oportunidad de observar las condiciones que crearon el desafío de Brasil contra la organización de la Copa del Mundo en el país. Las críticas no sólo se dirigieron contra Joseph Blatter y contra la FIFA. Lejos de ello, Blatter no fue realmente importunado de manera personal, a diferencia de Dilma Rousseff, quien fue abucheada e incluso insultada en el partido inaugural así como en el partido del 8 de julio contra Alemania.
Por otras razones y no sólo por causa de la Copa del Mundo, durante casi todo el año 2013, el pueblo brasileño finalmente despertó en contra de lo que parece ser una dictadura socialo-comunista marcada por el populismo, por la demagogia y por la alta corrupción a la moda de la política de Hugo Chávez. Este sistema insalubre y casi delinquencial proviene de los dos gobiernos de Lula, durante los cuales comenzaron los más grandes escándalos de corrupción en toda la historia de Brasil. Y este sistema de corrupción siguió existiendo durante los primeros años de la presidencia de Dilma Rousseff, que había ya sido ministra de Lula en 2003.
Es una terrible decepción ver que el Partido de los Trabajadores (PT), el nuevo partido que ayudamos a fundar cuando participé en un grupo trotskista (Libertad y Lucha) siendo estudiante de psicología en la Universidad de São Paulo, se convirtió en un máquina para mantener, a toda costa, el poder. Luchábamos en esa época por la libertad de expresión, por las libertades individuales contra el régimen militar, contra la dictadura. Por eso, fui varias veces con amigos a la casa de Lula en Sao Bernardo do Campo, para asistir a reuniones interminables con muchas personas dentro y fuera de su casa. Recuerdo una noche en una reunión política, donde me encontré en la parte superior de un camión en el Largo de Pinheiros, en São Paulo, al lado de Lula, fotografiándolo mientras él hablaba a la multitud. Todavía tengo esas fotos todas rojas de una barba obrera cantando la esperanza de una nueva sociedad, pero el flujo de estas palabras se convirtió, con el ejercicio del poder, en un verdadero río contaminado. Recuerdo esas noches pasadas en la hermosa casa de la diputada Martha Suplicy, cuando su hijo organizaba fiestas a todo dar y donde también disfrutábamos como locos. O entonces los cursos muy concurridos de Marilena Chaui en la Facultad de Filosofía. Pero eso fue mucho antes de sus discursos de discriminación contra la clase media, mucho antes de la extremización liberticida de sus reflexiones. Todo esto es una gran decepción sobre la capacidad que tiene la política para regener la sociedad por sí sola. El discurso político o las acciones críticas no son suficientes. También necesitamos una ética. Y la vida que pasa. Es decir, la experiencia de las personas mayores y no sólo la vitalidad de la juventud.
El proyecto del PT, de Lula, de Dilma y de sus camaradas es la instalación de un poder Bolivariano en Brasil, es decir, un sistema de gobierno autoritario bajo una apariencia democrática y que, llevando al país a una pobreza aún mayor, estarían vinculado a otros poderes extremadamente populistas y altamente corruptos de la región, como es el caso de Maduro en Venezuela y Cristina Kirchner en Argentina. Para lograr esto, en los últimos 15 años, Brasil ha financiado esta política de extrema izquierda con el producto de las commodities, es decir, con el producto de la exportación de materias primas (o productos de base) en lugar de desarrollar la industria, la educación y la salud. Por lo tanto, « Brasil se ha convertido en las últimas décadas, un gran exportador de productos agrícolas, forestales y minerales. Y podría convertirse en un importante exportador de petróleo, dependiendo del éxito del pre-sal. De hecho, nuestras exportaciones alcanzaron 8,54% del PIB en 2000, 10,34% en 2011, mientras que las importaciones aumentaron del 7,94% del PIB al 12,16% en el mismo período »[3].
Esto también es visible en los resultados de la gran desindustrialización que vive Brasil hoy en día: « hace 25 años, la industria manufacturera brasileña representaba el 25% del Producto Interno Bruto (PIB). Hoy en día, representa menos del 15%, lo que reduce de manera significativa nuestra capacidad productiva. Por lo tanto, el tema de la « desindustrialización » se convierten en uno de los principales temas de los economistas y de las profundas reflexiones del gobierno » [3].
El PT, Lula y Dilma han instrumentalizado el programa social iniciado por el ex-presidente Fernando Henrique Cardoso, por ejemplo la Bolsa Familia, para manipular a la opinión pública e indirectamente comprar los votos de los más pobres haciéndoles creer en el acceso sin esfuerzo al progreso. Lo que ellos crearon, por el contrario, son amplios sectores de la sociedad que prefieren sobrevivir parcialmente como asistidos y parcialmente activos, pero en una economía casi por la mitad de manera ilegal. El tráfico de drogas, la delincuencia, la violencia y el crimen, como en Venezuela, explotaron y dominan la vida cotidiana.
El lado doloroso del caso del 8 de julio 2014 cristaliza extrañamente en el resultado. Curiosamente, la diferencia final de 7 goles menos 1 es igual a 6, que es el número de estrellas codiciadas por Brasil, el Hexa! Si en el 2013 la opinión pública finalmente despertó, con la catástrofe de la Seleção el gobierno ya no puede instrumentalizar esa nueva estrella de Campeones del Mundo para adormecer la conciencia política del pueblo.
Hontología ética de la falta-a-ser
De esa manera, creo que el fracaso que se produjo con la Selección se explica por un factor puramente psicológico y sobre todo ético. Brasil encontró ahí algo así como una especie de hontología ética [4] en su falta-a-ser actual [5]. Este equipo, en representación de Brasil, se avergonzó de ser campeón en estas condiciones. Eligió entonces la perplejidad de una vergüenza más simple, sin embargo, paradójicamente, más extrema, más dolorosa. Es como una “elección” no voluntaria, no controlada, entre dos penas o entre dos vergüenzas. Como el caso del hombre que se detiene en el umbral de la impotencia o de la eyaculación precoz en lugar de perder el amor de una mujer. Sólo que al final no puede preservar todo. Algo tenía que ser desechado para que la solución termine por pasar. Este acto de hontología, acto dramático, que, sin embargo, hace crecer al hombre que bebe de esta taza, podría considerarse erróneamente como un suicidio psicológico. Pero creo que, de forma inconsciente y no intencionalmente, los jugadores brasileños no quisieron que una eventual victoria sirva como un nuevo opio para el pueblo. Si es así, y sólo en este sentido, entonces sería este difícil episodio en el fondo muy positivo.
La vergüenza no es siempre el medio de expresión del masoquismo moral. El caso particular de la selección brasileña de 2014 muestra que la vergüenza es un afecto ético. De hecho, la vergüenza es una de las posibles salidas, salidas por vía del afecto, para una situación conflictiva y demasiado dolorosa que exige satisfacción sin más preámbulos. Por lo tanto, es una salida lógica, mas no racional ni voluntaria, a veces al borde del sacrificio. Se trata de una aporía que el sujeto recusa con toda su fuerza de convicción. Una aporía del deseo contrariado que quedó largo tiempo a la espera de un desenlace capital.
Faltando temporalmente de herramientas razonables, el sujeto se vuelve entonces a la ética de la falta-a-ser. Es en esta intersección, entre la aporía del deseo contrariado y la potencia de la falta-a-ser actual, que él encuentra el afecto de la vergüenza. Esta vergüenza que él realizará en la creación inconsciente de un evento intersubjetivo que deja huellas indelebles, en las que por cierto él se va a reconstruir. En otras palabras, la vergüenza no es sólo una reacción afectiva que paraliza. La vergüenza es también, y sobretodo, pero bajo ciertas condiciones, lo que produce ideas, discursos, acciones y, en particular, eventos intersubjetivos inconscientes. Debido a que hay casos en los que la ética impone al sujeto una salida por vía de la vergüenza.
El falso suicidio colectivo y psicológico en el fútbol sería una de las soluciones contra el actual gobierno brasileño. Así, una cosa negativa puede conducir Brasil a otra muy positiva. Podemos entonces leer de otra manera la historia del fútbol en Brasil y decir que, si Brasil se convertió en el mejor del mundo desde los años 50 hasta hoy, se debe a que Brasil quedó traumatizado cuando perdió la final de la Copa del Mundo, en Río, contra Uruguay en 1950. Porque, sin duda y bajo ciertas condiciones, el fracaso puede ser en realidad la fuente del éxito.
Estoy seguro que Brasil, país fantástico, tan joven y de gran vitalidad, con sabores brillantes y colores dulces, con destreza innegable y humanidad en abundancia, sabrá crear con alegría una solución para este caso difícil y retirar de él la energía necesaria para un nuevo progreso.
Notas
1. MALABOU, Catherine, Ontologie de l’accidente. Essai sur la plasticité destructrice. Léo Scheer, París, 2009, p. 9.
2. Para Ronaldo, « não se faz Copa do Mundo com hospitais, mas sim com estádios » : http://globotv.globo.com/globocom/globoesportecom/v/ronaldo-nao-se-faz-copa-do-mundo-com-hospitais-mas-sim-com-estadios/3173401/
4. Hontología: significante lacaniano que mezcla el término honte (vergüenza) con onto (ser). Entonces, ontología sería algo así como el estudio de la vergüenza que siente el ser siendo lo que es o, más bien, la vergüenza que el ser puede sentir siendo lo que falta-para-ser, o lo que falta-a-ser.
5. Falta-a-ser: no lo que el ser es o no es, pero lo que siempre falta en él para ser. El ser puede fácilmente encontrar una falta-a-ser en su relación con el amor, con la sexualidad, con la muerte…
German ARCE ROSS. Paris, 2014.
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